domingo, 12 de mayo de 2013

Humillados por diferentes


Francesc Oliver, 'Rampova', a los 14 años le arrestron por primera vez. / SOFÍA MORO









La vida de entre 4.000 y 5.000 homosexuales quedó marcada en la España franquista por la Ley de Peligrosidad Social

Esta es la historia de personas que pagaron con cárcel y represión su orientación sexual




Estos tiempos en los que todos somos más iguales ante la ley que antes, en los que una pareja homosexual puede contraer matrimonio sin complicaciones, montar sus negocios, ascender en la mayoría de sus trabajos reconociendo su condición, juntarse en fiestas y celebraciones callejeras, levantar la bandera de sus barrios, disfrutar y reafirmar su identidad sexual en una cabalgata multitudinaria que convoca a cientos de miles de personas, no son como aquellos apenas lejanos en los que un mero gesto afeminado en público podía costar la cárcel, o una palabra con aire alocado, la humillación sin paliativos.
Estos tiempos en los que dos hombres o dos mujeres pueden andar de la mano y besarse por la calle, criar hijos, compartir tardes, comidas y Navidades con las familias contrarias, no son como aquellos en los que para buscar plan había que adentrarse en rincones lúgubres y oscuros, o a la salida de un cine esperaba camuflada la policía secreta para meterte en el calabozo, hacerte comparecer ante un juez que te consideraba un enfermo, te abroncaba y te metía seis meses en la cárcel aplicando la ley de peligrosidad social –¡vigente hasta 1995!, aunque con los artículos referentes a la homosexualidad derogados en 1979– o anteriormente la de vagos y maleantes.
Era la manera de escarmentar y de curar lo que resultaba una plaga para el régimen de Franco, un tiempo que se prolongó en el inicio de la democracia y que marcó la vida de entre 4.000 y 5.000 personas de esa condición, condenadas en cárceles de oscura memoria como Badajoz, Fuerteventura, Nanclares de la Oca, Huelva, la Modelo de Barcelona o Carabanchel, adonde iban a parar la mayoría de homosexuales arrestados por ningún motivo más allá del capricho represor imperante y en los que a veces, de manera absurda, se les dividía entre activos (Huelva) y pasivos (Badajoz). Atrocidades fijadas hoy en esos lugares con carteles conmemorativos y denunciadas por asociaciones como la de Ex-Presos Sociales, que ayuda a que las víctimas sean compensadas por el Estado.
Historias que se han contado en libros como Redada de violetas, de Arturo Arnalte, o que están a punto de ver la luz –si la financiación para terminarlo se lo permite– en documentales como Invertidos, la ley contra el deseo, de Martín Costa. Seres humanos que dejaron su inocencia, su sentido de la vida y su dignidad entre las paredes de aquellas celdas por el mero hecho de no ocultar su condición, de negarse a travestirse en la aparente normalidad sus cuerpos de hombres cuando querían ser mujeres y comenzaban a tomar hormonas, héroes de una avanzadilla que hoy contempla con mucha más naturalidad la identidad sexual en la sociedad moderna si la comparamos con países como Francia, donde los homosexuales son apaleados en la calle después de que el presidente Hollande anunciara la aprobación del matrimonio gay.
Pero es que incluso en aquellos tiempos no hemos ido muy alejados del entorno europeo. Javier Ugarte, doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo y estudioso del asunto, fundador de la revista Orientaciones, asegura que, en el continente, las legislaciones también eran represivas. Pero hay diferencias. “En Europa se abordaba como una cuestión psiquiátrica; aquí, por influencia de la Iglesia, se convertía en un asunto moral”. Y también social para el régimen: “En España se trataba de aplicar una represión de clase. Se penalizaba más a los solteros. Si eran casados, las penas se dulcificaban con tal de que volvieran al seno de la familia”.
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Antoni Ruiz i Saiz “Con este podéis hacer lo que os dé la gana porque es maricón”


Antoni Ruiz i Saiz / SOFÍA MORO
Una mañana, con 17 años, Antoni Ruiz i Saiz se despertó, decidió afrontar su vida con franqueza y le confesó a doña Libertad, su madre, que era homosexual. Venían de una familia republicana a la que le habían transformado el oremus a base de estopa, así que la buena señora se asustó y se lo contó a su hermana. Su hermana, a su vez, se escandalizó y se lo comentó a una monja perteneciente a las legionarias de la Virgen de los Desamparados. La monja se lo chivó a la policía y una madrugada, cuatro secretas entraron a buscarle a su casa en Xirivella, a las afueras de Valencia.
La maldita cadena de miedo, desconcierto y alarma acabó con la transparente confesión íntima entre madre e hijo en la cárcel. “Con los años llegué a perdonarla. Era una mujer muy poco preparada, mi padre murió cuando yo tenía siete años, no teníamos medios para sobrevivir y si yo me iba pensó que se quedaba sin ingresos”, confiesa hoy Antoni en el mismo salón de la casa donde habló con ella.
Hoy él vive allí con David, su marido. Pero ese viaje, desde la primera salida de su domicilio rumbo a varias cárceles hasta los días felices junto a su esposo, ha sido muy largo. Cuando lo comenzó ya había muerto Franco. Era el año 1976. Pero la represión daba sus últimos coletazos.
Antoni trabajaba como pastelero. No ganaba mal, pero el curro se le terminó en cuanto un policía le echó dentro de un calabozo atestado de camioneros en huelga con un aviso: “Con este podéis hacer lo que os dé la gana porque es maricón”.
“Cualquier homosexual al que pillaran sabía lo que le esperaba dentro”, recuerda Antoni. Además, ese policía le tenía ganas. “Me dijo que me había visto muchas veces por la estación de autobuses”. El juez fue más fino. “Me indicó que me iban a mandar a una especie de colegio”.
Pero el colegio no era más que las celdas de Carabanchel y Badajoz. Allí se encontró con un cura caritativo que avisó a su familia: “¿Ustedes saben realmente dónde está su hijo…?”. Al poco tiempo salió. Pero le obligaron a quedarse a 100 kilómetros de su casa, desterrado en Dénia. En la calle se convirtió en un apestado. No recuperó su trabajo y no encontró nada nuevo. Decidió prostituirse. “Un policía me dijo que en la calle del Mar se ejercía entre hombres”. Conoció a gente muy influyente de Valencia, entre ellos algún dirigente de Falange, halló protección y cuando se enamoró de un empleado de banca decidió dejarlo.
Luego vino el trabajo. “Salí del pozo y decidí desarrollarme como persona”. Fue olvidando aquello y apechugando con sus consecuencias más íntimas. La democracia corría como un galgo a su lado. O eso creía… Hasta que en 1995, paseando por la calle de Caballeros de Valencia, dos policías municipales le paran en un control, le piden el carné y, tras comprobar sus datos, uno le dice al otro: “No tiene nada, pero ten cuidado con él, que es maricón”.
Antoni se sorprendió. “Perdone…, ¿qué dice?”. Y ellos le responden: “Si quieres saber algo más, te buscas un abogado”. Hasta esa esquina del Estado de derecho han llegado los estragos de la represión. Antoni encontró una defensa de oficio y peleó. “No paramos hasta que en 1999 se hace la ley de protección de datos y con ella se borran los archivos en los que constaban homosexuales fichados en la época en que estaba vigente la ley de peligrosidad social”. Lo celebraron a la valenciana. El Tribunal Superior de Justicia los quemó en público. “Fue una falla”, recuerda Antoni. Aquello le hizo tomar conciencia. Hoy lidera la Asociación de Ex-Presos Sociales, para no permitir el olvido de las víctimas.

Rampova: "A este hijoputa hay que meterlo en la cárcel"


Francesc Oliver, Rampova / SOFÍA MORO
Francesc Oliver se presenta una tarde ventosa de primavera por los alrededores de El Cabanyal, el barrio valenciano donde vive, y pide una copa de coñac. Le tiemblan las manos al sostenerla. De la izquierda sobresalen sus uñas largas y pintadas. Es complicado adivinar el color de sus ojos ni la destreza de su mirada porque la lleva oculta tras unas gafas de sol. Hay que quedar por la tarde. Por la mañana no está para nadie: “Todavía tomo ansiolíticos”.
A Francesc le llaman Rampova. Es su nombre artístico, el que adoptó para sus espectáculos de variedades, que mezclan el rock duro con fuerte contenido social y los bailes picantes. Artista quiso ser toda la vida. Porque le atraía la farándula y porque no le quedó más remedio desde que le apresaron por primera vez a los 14 años, un episodio que no ha olvidado ahora, a sus 56: “Yo había tenido relaciones con chicos de mi edad. Aquí, en la huerta, era muy común. Pero ese día me fui con un hombre casado”. Una rata dio la alerta. “La vi pasar y me puse a gritar tipo Psicosis”. La policía andaba por allí y los arrestó.
A él lo llevaron al calabozo y a su ligue se lo pasaron por alto, pero no se libró de la humillación. Le condujeron hasta su casa y al dejarlo allí le dijeron a su mujer: “Que sepa que su marido ha estado con una bujarrona”.
“A mí me daba igual”, dice Rampova. “Yo era la maricona del barrio”. En su casa de aire republicano no había problema. “Mi padre decía que más le valía tener un hijo como yo que un hijo cura”. Pero todavía no era consciente de lo caro que aquello se pagaba hacia 1971 en la calle. Pasó unos cuantos días en el calabozo y cuando lo presentaron ante el juez exclamó: “A este hijoputa hay que meterlo en la cárcel”.
Al ingresar en la Modelo alguien le advirtió: “Aquí más vale ser fea, porque eres invisible”. Pero Rampova no contaba con esa suerte. “A esa edad yo no tenía nada que envidiar a Greta Garbo…”, admite. Y eso no convenía si te metían en el pabellón de los invertidos, como lo llamaban. Allí trataron de curarle con electrochoques. Por la noche, los funcionarios hacían la vista gorda y dejaban pasar a los presos comunes.
Entonces llegaba lo más duro. Las violaciones. “En 30 días que estuve, no sé cuántas veces me violaron, a mí y a otros. Los había muy divinos, gente que se parecía ya a David Bowie antes de que David Bowie existiera”. El círculo de represión era perfecto. Detención en la calle, juez con reprimenda y funcionarios que te echaban a las fieras. Si no se arreglaba por las buenas, entonces por las malas.
Pero Rampova quería seguir siendo él mismo. Al salir, una amiga le advirtió: “Vete de la ciudad porque en cuanto haya una redada te van a meter preso”. Se largó a Barcelona. “A casa de mi tía, gemela de mi madre”. Allí enfermó de afición al cine. “Supe diferenciar entre cinefilia y cinefagia. Entre Ozores y la nouvelle vague”. Pero un día en que se sentó junto a alguien inapropiado en la oscuridad de una sala, volvieron a meterle preso.
“Ya sabía lo que me podía pasar. Prefería suicidarme. Le pedí a mi tía unas cuchillas, la convencí”. Pero le rescató el amor. “Me enamoré de un argentino y eso me salvó la vida”. No pudo evitar otras desgracias. “Como la muerte de Rosaura…”. Las palizas, las humillaciones, las vejaciones en grupos, quedaban registradas en los papeles oficiales como suicidios.

Eusebio Valderrama: "El patio de la cárcel parecía el día del orgullo gay"


Eusebio Valderrama / SOFÍA MORO
Cosas de la vida. Eusebio Valderrama ve desde el salón de su casa la ventana de la celda donde pasó su primera condena en la cárcel de Málaga. Hoy, este bailarín tiene una calle en la ciudad donde nació. Y no es para menos.
Su obra mayor es la vida que ha llevado y lleva hoy como artista del baile retirado y escritor volcado entre la memoria y la poesía. Si el genio de Manuel Chaves Nogales viviera, dudaría entre la historia del maestro Juan Martínez, aquel bailaor que quedó atrapado en la revolución rusa y se lo contó tal cual fue, y la de Valderrama, que vivió la represión franquista, fue pintado por algún genio del siglo XX y bailó ante el sah de Persia o Sadam Husein.
“Nací en el Perché. En el colegio me gustaba jugar con las niñas. A los cuatro años ya sentí la llamada de unas castañuelas cuando mi Pepe las tocó en el piso de arriba y yo me fijé en él. Desde entonces pasamos toda la vida juntos”. Estalló la guerra y voló la niñez. “Nunca se me olvidarán las hileras de muertos, algunos con sus partes cortadas y metidas en la boca”. La muerte iba en serio. Y la vida como él la sentía, también. Convencido de su condición, se fue a Barcelona. “Allí todo estaba más permitido”.
Una vez regresó de vacaciones a Málaga y le arrestaron. “Nos habíamos sentado Pepe y yo juntos en un asiento y por eso me detuvieron. Él se escapó”. Eusebio pagó con 90 días y alguna paliza, pero no delató a su amigo. La siguiente redada fue en Madrid. Iba solo por la Gran Vía y llevaba una americana azul con botones dorados. Un policía le llamó la atención: “¿Adónde vas mariconeando por la calle con esa pinta?”.
A Carabanchel… “Allí nos obligaban a mí y a otras locas a limpiarles la celda a los presos políticos. El patio de esa cárcel parecía el Día del Orgullo Gay”. Se largó al exilio. Vivió en Francia, en Italia, en Grecia. De cada país guarda un saco de anécdotas ambientado entre los alrededores de su espectáculo de baile español. “En Atenas, unos señores muy amables nos invitaron a champán. Uno soltó: ‘Vamos a brindar por la boda de su hijo’. ¿Quién es su hijo?, pregunté. ‘Mi hijo es el príncipe y se casa mañana’, respondió el padre del rey”.
En Francia, un pintor andaluz los contrató para su cumpleaños. “Durante el espectáculo nos pintó. Al ver el dibujo no nos gustó. ‘¡Quita, qué horror!’, le dijimos”. Pablo Picasso, se llamaba. “Pero a esas alturas, ¡quién coño sabía quién era Picasso!”.

Silvia: "Me fui prostituyendo hasta que me metieron presa"


Silvia Reyes / SOFÍA MORO
Si a Domingo, en Las Palmas de Gran Canaria, o a Juan y a Alfonso, gemelos, en Granada, cuando eran niños les hubieran preguntado a cada uno de ellos por separado qué querrían ser de mayores, habrían respondido que abogados, médicos, artistas… Pero al unísono también habrían declarado lo que finalmente consiguieron: ser mujer.
Su historia se asemeja. Y es tan cara, tan dura, que asombra. Nacer hombre en los años cuarenta o cincuenta y querer ser mujer tenía un precio. La cabezonada se pagaba con cárcel, exclusión social, humillaciones que llevar con la cabeza alta y represión. Pero se salieron con la suya. No dieron sus brazos a torcer y entre las hormonas clandestinas y el sueño de torcerle la voluntad a la naturaleza, y de paso al Dios en que a menudo creían, lo lograron. Lo que parecía una debilidad a ojos de la sociedad, con los años resulta de justicia juzgarlo por lo que realmente es: un acto heroico.
En casa de Domingo, a nadie le cabía en la cabeza que hubiese salido tan afeminado. Ni a su madre ni a sus hermanos. Era bueno en el colegio, estudiaba. “De haberme quedado, habría hecho Medicina o Derecho, pero me fui a Barcelona porque quería ser mujer”, asegura Silvia Reyes (en las imágenes de esta doble página, en su ático del Ensanche).
Allí llegó para trabajar en hostelería e ir hormonándose. Pero al ver su aspecto ya travestido, no le dieron trabajo. “Me fui prostituyendo hasta que me metieron presa”. Después salió e hizo espectáculos de strip-tease, principalmente en Suiza. Hoy mira hacia atrás jovial y sin cuentas, a gusto con su piel, en plena y espléndida madurez, pese a la dureza del viaje.
Trinidad, en cambio, con su hermana Bárbara, en Granada, no encontraba obstáculo en que su madre les dejara vestirse con sus ropas cuando se llamaban Juan y Alfonso. Empezaron a tomar hormonas desde muy pronto y llevaban tan a gala su travestismo incipiente que ni les humillaban casi por la calle más allá de las risitas. 
También probaron cárcel. “Allí encontramos travestidos con tanta coquetería que se pintaban los labios con betún”, asegura. Y es que la fuerza que te invade por dentro cuando eres determinante no hay quien la pare. “Decidir ser mujer es muy serio. No vale con ponerse vestidos y andar con tacones. Una señorita debe tener modales, esté o no esté operada”, afirma Trini en su casa de Granada, poblada de retratos de ella y de Bárbara, su hermana, en la época que formaron las Dollys Sisters. “Yo he llegado a actuar hasta en Las Vegas”, dice.
Bárbara murió joven. Pero antes pasaron su temporada por la cárcel de Huelva después de unas cuantas palizas en los calabozos. “Nos rozaban en el patio, cuando entrábamos se montaba un escándalo entre aquellos presos comunes. Había de todo, criminales, terroristas, gente con unas pintas rarísimas…”. Al salir, destierro. Se fueron a Mallorca. Allí podían ser lo que quisieran. “En Granada tampoco nos afectaron muchos traumas. Cuando nos echaban en cara que actuáramos así, decíamos: ‘Federico García Lorca también era homosexual, ¿qué pasa?”.
Trinidad ha vuelto a su tierra. Un derrame le obligó a dejar el trabajo y regresar junto a su familia a ejercer de tía abuela. Lejos quedan los días en que se les atravesaban las lecheras de la policía y les detenían. Hoy se siente una señora bien respetable y rememora la infancia en la que Juan y Alfonso salían a la calle disfrazados de niños con pantalones cortos cuando su verdadero atuendo fuera el de los trajes que tomaban prestados a su madre sin que ella se los negara nunca.

Fuente:http://elpais.com/elpais/2013/05/10/eps/1368188535_439636.html

lunes, 6 de mayo de 2013

Informamos que se ha procedido a la cancelación de los actos de conmemoración del 34º Aniversario de la Despenalización de la Homosexualidad en España











Asociación Ex-Presos Sociales / Colectivo LGTB de Xirivella

Informamos que se ha procedido a la cancelación de los actos de conmemoración del 34º Aniversario de la Despenalización de la Homosexualidad en España debido al incumplimiento del compromiso que había adquirido con nosotros por parte del Ayuntamiento de Xirivella.


Lamentamos profundamente habernos vistos abocados a la mencionada cancelación. Para demostrarles a estos llamados "servidores públicos" que no vamos a tolerar la homofobia y la discriminación a la que nos hemos visto sometidos por parte del Partido Popular de Xirivella, os rogamos con mayor insistencia si cabe, que sigáis difundiendo esta iniciativa e invitando a vuestros conocidos y amigos a firmar.







Escrito: 


Al Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Xirivella



Asociación Ex­­­-Presos Sociales con sede en Xirivella y inscrita en el  Registro Nacional: Grupo: 1 / Sección: 1 / Numero Nacional: 584489. con 

Así mismo inscrita en el  Registro Municipal  de  Asociaciones de Xirivella con el nº 87 Antoni Ruiz i Saiz con  en representación como Presidente de la misma



Expone:

Que habiéndose seguido las ordenanzas en lo referente al uso de las instalaciones de la Casa de la Cultura de Xirivella mediante los escritos correspondientes, se solicitó la reserva de los mismos entre el 31 de mayo hasta  el día 8 de junio de 2013 para la conmemoración del 34º Aniversario de la Despenalización de la Homosexualidad en el estado español. Actos que se componían de una exposición fotográfica, en la cual se recogían distintos episodios de la historia del colectivo LGTB: la aprobación de la Ley de Vagos y Maleantes de 1933 y su reforma de 1954, auspiciada por la dictadura franquista  y la cual criminalizó la homosexualidad, hasta la posterior Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970 y así, hasta nuestros días. Un presente en el cual el colectivo LGTB disfruta, no sin dificultades y discriminaciones, de los mismos derechos que el resto de ciudadanos de nuestro país. Por otro lado se programaron distintas charlas con los mejores especialistas en esta materia, los cuales accedieron a impartirlas sin cobrar por las mismas.
     

El día 31 de enero del presente año el pleno el Ayuntamiento daba su apoyo al colectivo LGTB de Xirivella, así como a la Asociación Ex-Presos Sociales para la celebración de los mismos. El día 12 de abril se presentó por registro de entrada en el Ayuntamiento un  escrito y dossier detallando los actos a realizar y solicitándole una reunión para tratar el tema. Viendo que trascurrían los días y no obteníamos respuesta, decidimos ponernos en contacto telefónicamente con Sr. Guillermo Garrido Jiménez, portavoz Grupo Municipal del PP de Xirivellla. Unos días mas tarde recibió a Doña Isabel García (coordinadora del Colectivo LGTB de Xirivella) y Don David Rodríguez (comisario de los actos). En dicha reunión que se mantuvo en su despacho, el Señor Guillermo manifestó su interés por el proyecto y dijo que el Ayuntamiento correría con todos los gastos del evento, tras estudiar el presupuesto desglosado que figura en el dossier que se había presentado. Al transcurrir los días y ver que no volvíamos a tener noticias por parte del Ayuntamiento, nos pusimos en contacto nuevamente con el Señor Guillermo, tras llamarle varias veces por teléfono y dejarle incluso un mensaje de voz en su contestador al cual nunca respondió, finalmente pudimos hablar con el. En esta nueva conversación, el Señor Guillermo había roto el compromiso adquirido con las partes implicadas, manifestando que el Ayuntamiento no correría con los gastos del evento, sino que se limitaría a darnos apoyo en cuanto a material y personal (disponibilidad de la Casa de la Cultura, personal técnico y material fungible).

Estimado Señor Alcalde, desde La Asociación Ex–Presos Sociales y del Colectivo LGTB de Xirivella lamentamos profundamente el daño que ha causado a los miembros de ambas entidades, a los ponentes que ya se habían comprometido con nosotros y habían solicitado permiso en sus trabajos para asistir y a los ciudadanos de Xirivella, a los cuales les ha robado la oportunidad de conocer una parte de la historia de nuestro país que no puede quedar en el olvido. El sufrimiento de los homosexuales que padecieron persecución, cárcel, destierro, torturas, etc. por culpa de la intolerancia y de actitudes fascistas. 

Señor, como máximo representante del pueblo, debería gobernar para todos los ciudadanos sin ningún tipo de distinción. Mucho nos tememos que este compromiso que se adquirió no lo haya cumplido por la imposición y la presión recibida por el sectores más conservador y homófobos de su propio grupo.

Sepa usted que ha perdido una oportunidad de oro para mostrarse como el Alcalde de todos los ciudadanos de Xirivella sin distinción alguna. Ya es duro para nosotros como personas LGTB ver que se nos niega izar la bandera del Arco de San Martín en el balcón del Consistorio, pero mas duro es ver como sectores de su partido intentan enterrar y ocultar el sufrimiento y la historia de nuestro colectivo.

Le comunico que los actos del 34º Aniversario de la Despenalización de la Homosexualidad en España los damos por cancelados y esperaremos a que otros vientos más favorables nos den pie para celebrarlos en nuestra población.

Sin otro particular, reciba un cordial saludo



Antoni Ruiz i Saiz, Presidente de La Asociación Ex-Presos Sociales.



En Xirivella, a 6 de mayo de 2013

domingo, 31 de marzo de 2013





Introducción

El día 31 de enero de 2013, justamente cuando hace 34 años que entraba en vigor la despenalización de la homosexualidad en España, se aprobó en el pleno municipal de Xirivella una moción que daba el apoyo por parte del consistorio a la Asociación Ex-Presos Sociales y al Colectivo LGTB de Xirivella. 

Esta moción daba pie a que los colectivos LGTB del municipio pudieran desarrollar una serie de actividades para llevar a cabo durante el mes de junio, cuya finalidad es conmemorar dicho aniversario. Entre las actividades se que se organizan podemos encontrar la realización de una exposición, el pre-estreno del film documental “Invertidos: La Ley Contra el Deseo” del director Martín Costa, nominado a los premios Goya 2010 por su corto "La Tama"; un concurso de fotografía digital y unas ponencias sobre tutoría LGTB y la represión sufrida por el colectivo durante la dictadura. 


Objetivos


Mostrar cómo se sucedió la represión sufrida por el colectivo de homosexuales y transexuales.


Presentar una retrospectiva de los derechos que en este país se han ido conquistando por el colectivo LGTB. 


Justificación 


La Asociación Ex-Presos Sociales y el Colectivo LGTB de Xirivella consideran que ha llegado el momento de mostrar a la sociedad en general una interesante exposición para dar a conocer todo el camino que ha recorrido el colectivo LGTB en la lucha de sus derechos. 

Miles de personas pasaron por las cárceles en España durante la dictadura franquista y los primeros años de la transición por su orientación sexual; por este motivo es importante despertar conciencias y mantener viva la memoria de toda esta lucha, destacando la labor realizada por sus protagonistas a lo largo de los años y así como los acontecimientos más relevantes.